Un pequeño libro de Juan Goytisolo,
con su especial forma de narrar las historias. Un argumento
surrealista, que se va pintando a lo largo de una serie de retazos,
como pinceladas, que van formando la imagen, tal como hacen los
pintores impresionistas.
Una historia onírica, secuela de su
“Paisajes después de la batalla”, donde se confunden el mundo
real con el mundo imaginario, lo vivo con lo muerto, donde el mundo
cibernético se convierte en realidad confundiéndose con ella misma.
Tenemos una pesadilla, la pesadilla de nuestro mundo obsesionado por
el consumo, donde nadie es lo que debe ser, y todos somos actores.
Como siempre, su literatura es crítica,
ácida, mordaz, iconoclasta, pesimista, que no es objeto de la ira de ciertos
círculos, porque son incapaces de entender lo que está diciendo.
No es fácil de leer, como todas sus
obras. A mi me gusta leerlo sin intentar comprenderlo, dejando que me
transmita sus impresiones, más como si se tratara de una poesía.
Después siempre hay tiempo para extraer su sustancia y “razonar”
sus palabras.
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