Querida amiga*
No te escribo hoy sobre
el amor por ser víspera de San Valentín, te escribo por que si, por
que te debo la contestación desde hace mucho tiempo. Hace años, en
una de nuestras largas cartas me preguntaste que pensaba yo de la
amistad y del amor, entonces no te supe contestar, al menos no lo
hice con claridad, estaba demasiado contaminado por las ideas
platónicas tan difundidas por el cristianismo, estaba confundido por
las predicas sobre el amor, el pecado, el sexo... estaba inmerso en
la idea de la maldad de aquello que realmente nos aproxima unos a
otros, estaba demasiado imbuido por el formalismo, por las
estupideces de las fidelidades y los amores sagrados para toda la
vida. Tanto humo de incienso no me dejaba ver lo sencillo que era
todo.
Ahora tengo claro que el
amor no es sino un bonito nombre para denominas a la empatía, si,
todo amor, todas sus manifestaciones, hasta las ficticias, es una
manifestación de este concepto.
La definición de empatía
en la Wikipedia, aunque sea un poco fría dice mucho:
La empatía es la
capacidad cognitiva de percibir lo que otro individuo puede sentir.
También es descrita como un sentimiento de participación afectiva
de una persona en la realidad que afecta a otra.
O más sencillamente, la
del Diccionario de la RAE:
Capacidad de
identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Por tanto sentimos
empatía por alguien o algo cuando lo conocemos, cuando sabemos de
sus sentimientos, de sus ideas... y las compartimos aunque no
coincidan con las nuestras, es en cierto modo implicarnos en la vida
del otro. Y a fin de cuentas que es el amor, que es lo que lo
caracteriza.
Pensemos en varios tipos
de amor.
Amor paternal. No es
acaso el que los padres se interesan y comparten los sentimientos de
sus hijos, no se alegran cuando son felices y no sufren cuando los
hijos sufren, no es compartir los sentimientos. Lo mismo podríamos
decir de amor filial o fraternal.
El amor a los animales.
No es conocerlos, entender lo que sienten, ver sus problemas y
hacerlos nuestros.
El amor a nuestro equipo
de fútbol. En el fondo es que hacemos nuestras las aspiraciones de
ese club.
Y el amor a Dios (para
los creyentes), no es interesarse, conocer, compartir los diversos
aspectos de la religión.
Y el amor a los demás,
así en genérico, al fin y al cabo es interesarse, compartir,
sentir junto a todos los que nos rodean.
Por sencillo que sea,
para mi el amor, en general, es la empatía.
¿Y la amista?. La
amistad es algo muy grande, es un milagro químico, una coincidencia,
un instante, una similitud... hay algo que acerca una persona a otra,
sin explicación eres capaz de mostrar desnuda tu personalidad
delante del otro, es como si el pudor, la necesidad de guardar la
intimidad, saltara hecha añicos ante la presencia del otro. Puede
que no sea perfecta, puede que siempre quede algún rincón que
seamos incapaces de ofrecer al amigo, pero sin duda es un ejercicio
titánico de apertura de si mismo.
La amistad es de lo más
bonito que te puedes encontrar, es la comunicación interpersonal por
excelencia, un auténtico amigo es la persona que más conoces y que
mejor te conoce, la interacción, la comunicación es intensa, acerca
las ideas, muestra los sentimientos, se ofrece y se demanda.
La amistad esta muy poco
valorada. Eso es debido a que la mayoría de las personas no han
disfrutado de ella, la confunden con el compañero, con el conocido,
con ese que llaman amigo pero del que apenas se sabe de él. de esos
he tenido decenas y decenas, pero de verdad solo uno. Eso no es lo
mismo, ¿a qué no amiga?, eso no es lo que teníamos entre nosotros.
¿La amistad es amor? Sin
duda, si el amor es empatía, que mayor empatía puede haber que en
una auténtica amistad, dos personas que se conocen, que saben sobre
las ideas y los sentimientos del otro, que los comparten que los
asumen, que los hacen comunes. Los amigos son amantes.
Pero, también la amistad
es efímera, la amistad, como el amor, necesita ser alimentado,
necesita el contacto, necesita seguir compartiendo, necesita mantener
esa química que mantiene junto a los amigos.
Pero, y en esto donde
queda la pareja. Es otro concepto otra figura que el cristianismo a
deformado, lo ha adaptado a sus necesidades de dominio, lo ha
formalizado, lo ha restringido, lo ha limitado... en otras palabras,
lo ha destrozado, lo ha dejado sin su frescura, sin su
espontaneidad...
La pareja (o parejas) es
una apuesta de una amistad, dos amigos, que sienten empatía, que
comparten los sentimientos, que se dan cuenta de que sus proyectos de
vida tienen mucho en común... deciden establecer un proyecto de vida
en común.
Por desgracia, por la
deformación que religiosamente se ha dado a la idea de pareja, se
dan muchos matrimonios, muchas parejas, frecuentemente unidas por un
mero atractivo físico y dominadas por los intereses, donde apenas
hay conocimiento, no hay comunicación, no puede haber empatía, no
hay amistad, no existe auténtico amor.
Después de muchos años
puedo decir que más vale una buena amistad que un amor platónico.
En resumidas cuentas la
amistad y el amor son palabra similares, a la pareja, a la que
socialmente se asocia el segundo concepto, solo le separa un paso, la
decisión de intentar un proyecto común (parcial, por supuesto).
Como siempre, llego
tarde, mis explicaciones se han prolongado en el tiempo más de lo
razonable. Un abrazo, vieja amiga.
César
* no importa el nombre,
si lee este texto sabrá que es ella.
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