miércoles, 12 de septiembre de 2012




Un comentario de mi prima Mariam sobre la higiene de Isabel la Católica, me ha hecho recordar una anécdota que contaba nuestra abuela común, Basilisa.

Según parece, su padre o su abuelo, ahora no me acuerdo, fue a parar como médico a Mirambel, un pequeño y precioso pueblo en El Maestrazgo turolense, donde vivió mucho tiempo.

Al poco tiempo fue invitado, como mandaban las costumbres de la época, a la casa de una de las familias más adineradas del Pueblo. Como era normal, los dueños decidieron lucir su mansión delante de la nueva autoridad, fueron pasando por habitaciones, alcobas, salas... hasta llegar a una estancia no muy grande, en el centro se encontraba una preciosa bañera de latón, con sus patas labradas y todo. Los dueños, orgullosos, le explicaron:

-     Esta bañera la compramos recientemente en Barcelona, nos costo una fortuna, pero nos apetecía tener una.
-     Me parece una buena idea – contestó el médico -
-     Ojalá no haya que usarla – apuntilló la señora de la casa ante el asombro del médico.
-     ¡Eso espero! - exclamo el dueño -, que el tifus no entre en casa y haya que estrenarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario