jueves, 23 de agosto de 2012

La cenicienta de los sentidos




 
Los sentidos nos proporcionan nuestra percepción de la realidad, son nuestra vía de información de todo cuanto nos rodea, son los que nos permiten comunicarnos y… si nos fijamos con detenimiento… a lo largo de la historia han sido una gran fuente de placer, de felicidad.

Qué vamos a decir de la vista, disfrutamos con ella la belleza, los ojos nos permiten gozar de los paisajes, nos permiten deleitarnos ante una obra de arte, divertirnos con una película, hasta son precisos para leer. Del oído, que vamos a decir, sin él que sería para nosotros el Adagío de Albinoni, la Novena de Beethoven, Yesterday… , nada de nada, sería imposible emocionarnos con ellas. Del gusto que voy a decir, muy pocos son los que renunciarían voluntariamente a disfrutar de su manjar preferido, a lo largo de los tiempos se ha ensalzado el placer de la buena comida. Y del olfato, más o menos lo mismo, desde las culturas más antiguas ha llegado a nosotros la tradición de elaborar perfumes que nos resulten placenteros, hasta en las iglesias se quema incienso para hacer gozar a los fieles y predisponerlos, y no olvidemos la importancia que tiene el olfato en el disfrute de los alimentos.

Siempre se ha apreciado la felicidad que nos proporcionan los sentidos, hasta las iglesias son una fuente de placer, las altas columnas de una catedral gótica, la luz a través de las vidrieras, el olor a cera y a incienso, las tallas de sus hornacinas, las impresionantes pinturas, el órgano sonando…

Pero, ¿que pasa con el tacto?, no es capaz de hacernos gozar… y creo que no, también él, transmitiendo sus sensaciones, es capaz de darnos placer, que es si no la sensación de una caricia. Pero, está proscrito, esta arrinconado, se le esconde en la cocina, se le ve sucio, es la Cenicienta. ¿Por qué?, si disfrutamos tomando un solomillo, ¿Por qué no rozando nuestros labios?, si gozamos con la contemplación de la Victoria de Samotracia, ¿Por qué no hacerlo con una caricia en nuestro torso?...¿Qué ha hecho el tacto para merecer esto.


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